Segregaciones, deslindes y herencias
He visto demasiados casos de familias que han acabado enfrentadas por repartos mal hechos o herencias sin formalizar. Hermanos que no se hablan, tierras abandonadas porque nadie sabe exactamente de quién son, y disputas que pasan de generación en generación.
La realidad es que cuando se trata de tierras rurales, cada metro cuadrado cuenta. Y no solo por su valor económico, sino por lo que representa para las familias que han trabajado esa tierra durante generaciones. Por eso me tomo muy en serio cada reparto, cada deslinde y cada herencia.
Un reparto mal hecho hoy se convierte en un problema para tus hijos y nietos mañana. Las «herencias envenenadas» son más comunes de lo que piensas.
Mi trabajo no consiste solo en hacer los cálculos técnicos y preparar la documentación. También me aseguro de que todas las partes entiendan exactamente qué están recibiendo y que el reparto sea justo según los criterios acordados. Mi objetivo es claro: transformar herencias envenenadas en herencias bienhabidas, donde cada heredero recibe lo que le corresponde sin resentimientos ni disputas futuras.
Porque al final, lo que importa es que la familia mantenga la armonía y que cada uno pueda seguir adelante con su parte, sabiendo que todo se ha hecho de forma transparente y equitativa.
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